Divino

Como todas las mañanas, puso a calentar agua en la pava, de pie, apoyando la cintura sobre la mesada mientras prepara cuidadosamente el mate. Echa la yerba con el mate inclinado dejando espacio para meter la bombilla y un poco de miel para cortar el amargor del primer sorbo. Corre las desvaídas cortinas de la pequeña ventana que da a la calle. Es temprano. El cielo está claro pero el sol no se ha mostrado todavía. A lo lejos le parece ver una mancha negra en el cielo. Sabe que los años le están jugando una mala pasada a su vista. Entrecierra los ojos pero es un hecho: de lejos no ve nada.
Varios de sus vecinos se encuentran fuera de sus casas. Hay mucho movimiento, van y vienen levantando pequeñas nubes por la calle de tierra. Vaya uno a saber qué es lo que anda pasando, siempre hay algo nuevo, piensa. Escucha ruido de agua agitándose y saca la vista de la ventana para correr la pava del fuego. Casi se le hierve, el mate no se toma con agua hervida. De todas formas, no tiene tiempo para repetir el proceso, debe salir a trabajar, así que con un pequeño chorro de agua fría lo soluciona. Abre un paquete de bizcochos de grasa y saca tres. Le deja el resto a La Gorda, su esposa, que se va a levantar mucho más tarde y si no tiene sus bizcochos arma un escándalo. La quiere mucho a La Gorda, su amor de la adolescencia, el bonbón que sus amigos le decían que jamás le iba a dar bola. Ya no es ese bonbón que hacía que todos giraran para verla cuando pasaba caminando, pero es su bonbón. De hecho, no le dice La Gorda, no a ella, por lo menos, porque le tiraría algo por la cabeza. Por momentos se culpa a sí mismo por no haberle dado una vida mejor.
Termina de desayunar y va a la heladera a buscar algo para llevarse para la hora del almuerzo. Siempre viene bien un "sanguchito de milanga" para recargar energía. Parece que La Gorda se las comió anoche. También se tomó las cinco cervezas que guardaba para su cumpleaños la semana siguiente. Se tiene que acordar de comprar más cuando salga de la obra.
Le da un beso en la frente a su mujer dormida. El beso causa un cambio de ritmo en sus ronquidos y eso le causa gracia. Afuera está fresco pero a la tarde seguro se va a poner pesado. La macha negra sigue en el cielo. La brisa fresca le mueve el pelo. Cierra los ojos, el viento lo lleva, el ajetreo de la vida cotidiana desaparece y se siente volar.

No hay una estructura pero se encuentra de pie, de eso está seguro. Quien comienza a hablarle se manifiesta frente a él. Sus ojos no comprenden la forma que se le presenta, sólo cobra sentido dentro de su mente. El sonido que él considera una voz lo rodea. Se siente desarmado, sus sentidos funcionan sin relación unos con otros, su mente parece haberse reconfigurado y todo lo que es real ya no lo es y lo sigue siendo al mismo tiempo. Aún así, está tranquilo. ¿Qué es esto?
"Varios eones han pasado, varios más seguro por venir. Somos tan antiguos como ustedes y los dos como el Universo. Somos lo que ustedes torpemente llaman 'Dios', pero los dos somos hermanos, hijos de la misma creación. Nuestra existencia carga con el castigo de su existencia. Inmateriales, conciencia única frente a la individualidad material que vive en y del olvido. La humanidad existe como antonimia de nuestra existencia y nosotros en la eterna misión de erradicarla. Han existido en tantos mundos y planos dimensionales como nosotros. Han muerto, asesinado y devastado. Cada vez que nos sentimos cerca de erradicar el error cósmico que representan, aparecen nuevamente a uno y otro lado del todo. Ni siquiera una entidad como la nuestra a podido acabar con algo tan mísero como ustedes. La existencia se define a través del caos y el caos a través del humor. La divina comedia encuentra su remate en complementarnos en vez de separarnos. Lo que ustedes llaman 'amor' es algo nuestro. Eso los separa de la destrucción total. En cambio, nuestra existencia de otro modo perfecta se ve manchada por el 'odio'. Nuestra inteligencia a permitido que lo canalicemos a través de la persecución y posterior erradicación de su especie. Sin embargo, el peso que cargamos nunca nos abandona ni lo hará. Pero por respeto a eso tan nuestro que vive en ustedes, antes de eliminarlos elegimos a una pareja que lo represente. De pasar la prueba, su existencia sería perdonada. Debo advertirte que eso nunca ha pasado".
En el vacío en el cual se encontraba se materializa nuevamente. Olor a tierra mojada, un escozor detrás de la nunca, piel de gallina, recorre con la lengua la parte trasera de sus dientes. Delante de él se encuentra La Gorda, que ya no se ve tan rellena. Todo lo contrario. Tiene los pómulos marcados, ojeras, la ropa que antes le ajustaba hoy cuelga de ella como si estuviese en una percha. Mira alrededor, sí, es su barrio pero todo es levemente distinto. ¿Y los demás? ¿Cuánto tiempo pasó? ¿Qué pasó? No importa, La Gorda está ahí, gracias. Estalla en llanto. "Hola, mi amor", dice entre lágrimas pero con una sonrisa, abriendo los brazos para abrazarla, mientras ella avanza hacia él relamiéndose.