Trébol de cuatro con tres hojas

El vino está picado.
Ella sueña con casarse de blanco y armar una familia disfuncional.
El perro caga en la cocina pero todos lo acariciamos.
Las venas sobre la mano.
Los padres que quieren que se repita su vida de pesadilla pasiva.
Ella pide que el tiempo le haga favores.
Los colectivos no paran.
La acabada siempre termina en un ojo.
La sangre en las sábanas.
El pucho siempre cumple pero nunca promete.
La ciudad se oscurece bajo el sol.
El canto de las sirenas hace que cierres la ventana.
El dolor de tener.
Ella pasea sus tetas por la ciudad.
La misa de los pobres para los ricos sin remordimientos.
La cerveza al mediodía.
Las venas sobre la mano.
El vino está picado.
El centro a un lado.
Las mentiras con alegría.
Las mentiras de la alegría.
Ella prefiere la fiebre.
El vino está picado.
El vino está picado.
Las venas se secan sobre la mano.
La suerte es para los imbéciles.
La pija de adorno.
El terror en el cuerpo.
El sueño se escapa.
Las vertebras se comprimen.
Los vecinos sólo están en el timbre.
La noche se nubla.
Las nubes de noche no sirven.
Las putas de la tragedia.
Las boludas de la vida.
El ventanal roto.
Las caricias de consuelo.
Ella no está.
Ella.
El vino está picado.
El vino está picado.
El vino está picado.
El vino está picado.
El vino está picado y ella no está.



Nada bueno nos puede pasar

Las paredes tiemblan y el banco sobre el cual me siento, también. Mi culo tiembla y transmite el temblor al resto de mi cuerpo y a mi mano derecha, que sostiene unos centímetros por sobre la mesa una pinta de helada, deliciosa y dorada cerveza. Las esquinas de la servilleta pegada a la base del vaso aletean por el temblor. La débil superficie de espuma se agita y se espesa un poco más.
El tren pasó hace un rato, pero el vaso todavía se agita. Mi mano derecha tiembla en mi cuerpo quieto. Mi mente se derrumba. Tal vez mi mano derecha sea el único escape de una mente que puja por apagarse y llevarse con ella el cuerpo que la contiene.
Saber que es el fin, pero que para el fin en sí mismo falta mucho tiempo, hace que la mente se agite en una ansiedad perpetua y desenfrenada a la cual no se puede oponer control alguno.
Miro por la ventana y veo los autos detenidos. Gente corre entre ellos en varias direcciones. Pronto el temblor del mundo se renueva. Las copas que cuelgan sobre la barra del bar repiquetean al golpearse suavemente unas con otras. El rumor se apaga y sólo queda mi mano derecha sosteniendo el vaso, ahora casi vacío.
Hago señas a la mina que atiende. Un tipejo pelado, encorvado sobre la barra, aprovecha que ella se acerca a mí para mirarle el culo. Es una buena mujer, debo aceptarlo. Con algunos años encima y un maquillaje caricaturesco para cubrirlos, puedo verla a la madrugada, recién levantada, con una sonrisa que derrota los años.
Con ella a punto de llegar a mi mesa, inclino el vaso y bebo el resto del contenido. Cuando llega no habla, pero levanta las cejas. Comprendo. Pido otra, levantando el vaso tembloroso con mi derecha temblorosa. Antes de regalarme su espalda y su culo maravilloso, me dedica una sonrisa, la sonrisa de mi imaginación.
Las cuentas siempre son regresivas. Nada se puede hacer hasta perder el control, el control que nunca se tuvo y siempre se soñó o se creyó poseer. Pero es cruel tener que esperar de pie y resistir los golpes de la misma manera, sabiendo y obligados a saborear que nada bueno nos puede pasar ni nadie nos puede salvar.
Llega la nueva cerveza, rápido se va y en un gesto de renovado agotamiento pido otra más. Miro fijo la mesa y cuando veo el vaso lleno y transpirado que se apoya delante mío, levanto la cabeza para ver una sonrisa que se mantiene fija y me apunta al centro del alma y empieza a vibrar junto con las paredes, mi culo, mi mano derecha y mi cerveza. Mis ideas, quietas. Ella sabe. Todos creen saberlo. Sólo puedo sentarme, transpirar y desear que las cosas tengan sentido.
Adentro, desespero. Afuera la gente corre y los autos se detienen. 
La vida sigue. La vida siempre sigue.
Mi mano derecha tiembla.
Sonrío.
Deseo que nadie pierda el tren.